Comenta una Escena de un Libro: Sweet Reckoning por Wendy Higgins (Libro #3 Trilogía The Sweet)


Hi readers! 

Hace unas noches mientras volvía a leer una de mis trilogías favoritas de todos los tiempos, The Sweet, se me ocurrió crear esta nueva sección llamada ‘’comenta una escena de un libro’’

Volví a leer esta trilogía porque recuerdo que cuando la leí muchos años atrás me había obsesionado completamente de ella, así que quería recordar por qué amé tanto esta historia
(además de lo obvio: Kaidan Rowe). Mientras madrugaba leyendo la última entrega de la trama no pude contener mi risa con una de las escenas que describe Wendy en el decimonoveno capítulo, titulado ‘’Amor en el Aire’’.

Así que he creado esta sección para comentar algunas escenas tal vez un poco extensas de los libros que lea, y además para compartir con ustedes algún momento especial para mí y-¿quién sabe?- para ustedes. 




Contextualizando un poco esta historia para aquellos que aún no han tenido la oportunidad de leerla, en esta serie nos encontramos en un mundo fantástico en el cual existen los demonios y los ángeles. De hecho, los protagonistas están muy seguros de su existencia: son sus hijos, los cuales son llamados ‘’nephilims’’. 


El mundo está ‘infectado’, por decirlo de alguna manera, de los demonios que alguna vez fueron ángeles, pero que luego de la rebelión contra Dios fueron expulsados hacia el infierno y ahora son ángeles caídos o, en otras palabras, demonios. A varios de esos demonios se les dio la oportunidad de habitar en la tierra con un cuerpo humano, y se les llama ‘’duques’’, los cuales tienen como misión tentar a los seres humanos en un pecado específico de los numerosos pecados capitales que existen. 

Los duques pueden tener hijos con humanos, y a ese resultado de demonio-humano se le llama nephilim, quienes al igual que sus padres demonios tienen la habilidad de tentar a los humanos con el pecado que ostente el duque. Los protagonistas de esta historia son nephilims: Anna Whitt, hija del duque del abuso de sustancias; y Kaidan Rowe, hijo del duque de la lujuria. 

Es así como en este mundo fantástico se desarrolla una historia llena de injusticia, dolor, lucha, redención y mucho, mucho, pero mucho romance. 


Volviendo a lo que vinimos, en el capítulo 19 de la última entrega de The Sweet nos encontramos con una tensión sexual sumamente incómoda entre los protagonistas, quienes por tres largos libros han contenido sus emociones con respecto al otro. 

Considerando que Kaidan se ve atraído hacia la lujuria, ya que es el pecado en el que su padre se especializa, sus sentimientos por Anna (los cuales encontraron el límite por una razón que no diré para no hacer mucho spoiler) se vuelven evidentes en una habitación llena de amigos y familiares, incomodando a todos los presentes y resultando para mí en una de las escenas más cómicas del libro. 

‘’Mucha emoción llenaba la habitación, pero una destacaba por encima del resto… 

El amor estaba en el aire. 

Entre otras cosas. Como la lujuria. 

[…] Kaidan finalmente se dirigió a la cocina con una actitud seria. Saludó a todos, pero cada vez que sus ojos se encontraban con los míos, el aire se hacía más caliente hasta que una tensión palpable se había tejido alrededor de la habitación. Podía sentir el rayo de sol cálido de su mirada en mí, aunque fingía ignorarlo. Nuestros amigos seguían mirándonos. Incluso Patti se dio cuenta. […] 

Bueno, esto se estaba poniendo seriamente embarazoso. Miré a Kaidan como diciendo: ¡Compórtate! Él ladeó la cabeza como diciendo: ¡No puedo evitarlo! 

―Ew. […]. Están calientes el uno por el otro ―dijo Ginger. […]. Calor viajó desde mi cuello hasta mi cara. 

―Tal vez todos ustedes deberían ir a dar un paseo ―dijo Kaidan, en serio. Mis ojos se abrieron enormemente. 

―Kaidan, ¡no! 

Blake, Jay, y Marna se echaron a reír. Ginger puso los ojos en blanco, y yo no me atreví a mirar a Kope y a Z. 

[…]. 

Kaidan se apoyó en el mostrador mirándome, su pulgar yendo y viniendo por su labio inferior. Todo mi cuerpo se erizó con una oleada de calor, y trataba de no mirarle. Su necesidad por mí se convirtió en el elefante en la habitación que todo el mundo fingía ignorar. Pensé en mandarlo arriba para que se diera una ducha de agua fría. 

Patti volvió a la habitación, y pegué la sonrisa más falsa en mi cara. 

―¿Cuánto tiempo falta para el festín? ―le pregunté. 

―Alrededor de una hora ―dijo. Estaba ocupada pelando patatas en el fregadero―. ¿Compraste la crema batida para las tartas? No la he visto. 

―No. ―Narices. Sabía que olvidaba algo. 

―¡Iremos al súper! ―sugirió Kaidan rápidamente―. Anna y yo. Por la crema batida. ―Se acercó a mí, poniendo su brazo alrededor de mi hombro. Se sentía como un calentador. 

Cerré los ojos por un breve instante, la sonrisa falsa todavía en su lugar. 

―Eso sería genial ―dijo Patti. Vi algunas de las risitas siendo contenidas, la gente al borde de la risa. Marna movió las cejas hacia mí. Incluso Kope y Zania compartieron una rápida mirada tímida antes de mirar hacia abajo. La atención de Patti quedó en las patatas. Si tenía alguna idea de lo que estaba pasando, mantuvo su conocimiento oculto, y por eso me alegré. 

―Eso sí, no tarden demasiado ―dijo Patti, en ningún momento mirando hacia arriba. 

Sí, ella lo sabía totalmente. 

Esto no era incómodo en absoluto. Miré a Kaidan, pero él sólo sonrió adorablemente. Blake y Jay aún estaban tratando de no reírse cuando agarré mis llaves y salí de la casa con Kai pisándome los talones. 

Apenas habíamos subido al coche y Kaidan ya estaba sobre mí.’’ 


Releí esta escena tantas veces hasta que ya no pude contener la risa. Quienes han leído la historia de estos dos sabrán por todo lo que tuvieron que afrontar juntos debido a sus diferencias, pecados, padres demoníacos y, en fin, el mundo en el que viven. 

Es de las pocas escenas en las que Kaidan se rinde y no puede-ni quiere- controlar más sus tentaciones, llegando al límite de la lujuria y actuando de manera necesitada frente a todos. Créanme, este chico no es usualmente así. No por cuántas páginas ha sucumbido a sus pensamientos oscuros y de desesperanza por las injusticias que sufre su raza. Está resignado a que Anna es demasiado para él, quien ha cometido pecados atroces. Ha ocultado sus deseos bajo su frialdad y monosílabos. 

Por eso me alegré tanto de verlo perder la cordura. Quiero decir, por si no lo han captado aún, estamos hablando del hijo de la lujuria aquí, ¡ya era hora! 

Lo amo tanto, Dios.

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